SEGUNDA PARTE DEL CAPITULO I
Weno, aqui continua y acaba el Capitulo I ^^, el II está empezado, pero solo empezado, ^^U, pero ya lo pondré...
Unas burlonas carcajadas se alzaron en las cercanías del claro.
- Maestro... No he podido ejecutarla...
La pose de Bâraman, tras caer de espaldas por el impacto dado a la roca, era muy humillante. Miró a su maestro, pero no era él quien reía. Ikata no le estaba prestando atención, pues miraba en dirección a la espesura que bordeaba el claro. Su semblante mostraba tranquilidad e inquietud a la vez, confianza en sí mismo y desconfianza de lo desconocido, alerta y precaución en un solo y estático gesto... Su mirada estaba pétreamente fijada en la espesura de los árboles colindantes.
- Jajajajaja. Es curioso, y divertido a la vez, ver como un Shirva intenta enseñar a un Humano. Puede que los Humanos sean torpes, pero nadie puede negar que por lo menos tropiezan con estilo...
De entre las ramas de los árboles se podían dislumbrar dos dorados destellos... dos ambarinos ojos que veían desde la sombría protección de las ramas de los árboles. Bâraman se incorporó en la medida de lo que su lastimado cuerpo se lo permitía, ejecutando un ligero quejido tras cada uno de sus pausados y paulatinos movimientos. Ahora, sus ojos parecían poder escrutar mejor la espesura forestal, pues Bâraman procuraba que su mente prestara la menor atención posible al dolor de sus huesos. La figura de aquel ser era humanoide vestida similar a los hombres, con gestos similares a los de los hombres, solo que más sutiles... "¿Podría ser un Shirva?" La disparatada idea cruzó la mente de Bâraman rauda como una flecha, pero no, él sabía que aquella forma y voz no correspondían a los de un Sha'Katay, y era muy improbable que realmente hubiera uno, pues Ikata era un tipo de Shirva especial... muy especial... La lógica llegaba por inercia a la conclusión...
- Sal-ete de la espesura, Shai'vanay
Las palabras de Ikata irradiaban una autoridad indiscutible, y una firmeza más sólida que las propias montañas.
- ¡Vaya! Supongo que no puedo ignorar las palabras de un muy honorable y reverenciable Sha'Katay, pues mucho debe mi pueblo a los de tu raza...
Con una agilidad y sutileza extremas, la figura bajó de los árboles sin realizar ruido alguno. Ahora podían ser apreciados con toda majestuosidad sus refinados y finos rasgos Aêrit, suaves y afilados como los riscos nevados.
- ¿Un Aêrit?
La expresión de duda de Bâraman sonaba extraña incluso para el propio Bâraman, sin ni siquiera poder precisar qué había querido decir con ella.
Ikata se adelantó un paso a Bâraman y se dirigió con un defensivo gesto al Aêrit.
- Dinos que desea-se de nosotros, Shai'vanay; e intentaremo-ese satisfacer tu petición en la medida de lo posible. Después, parte sin mas demora.
El Aêrit hizo un fingido gesto de turbación por las tajantes palabras del Shirva.
- Tranquilizaos, mi señor Sha'Katay. No vengo en pos de interrumpir vuestras enseñanzas a aqueste torpe Humano - el Aêrit no pudo reprimir una leve risa al referirse con su mirada a Bâraman, gesto que no le hizo ninguna gracia al ya de sobra humillado aprendiz de Ikata - Solo pasaba por aquí, y decidí que no podía ser muy perjudicial echar un vistazo. Soy un simple Aêrit mensajero... Permitidme que me presente, me llamo Eidan Lig-Aram Mahlâvir Shanaeda, pero podéis y debéis llamarme solo Shaedan, el resto del nombre es una excesiva formalidad...
- Bien, si vos habei acaba-ese ya con vuestra presentación, recomenda-ete yo a vos que permita-etenos continuar nuestras sagradas acciones de enseñanza y aprendizaje.
Ikata se giró en redondo...
La expresión del Aêrit cambió a un rudo gesto y, para cuando Bâraman quiso girar la cabeza hacia donde su maestro se encontraba, observó la figura del Aêrit frente a Ikata. ¿¡¡ Cómo demonios se había podido mover tan rápido!!? ¡¡Su velocidad era cercana al pensamiento!! O eso era al menos la idea que había teñido de alarma su, hasta hace poco, confusa mente.
Ikata no se inmutó, pese a haber presenciado aquel rápido movimiento, o al menos no hizo ningún gesto. ¿Podría ser que Ikata esperara aquello...?
- Shai’vanay - Ikata se mostró ligeramente molesto - Tu dominio del Niten-Vihnarât no impresiona-eme en absoluto, a fin de cuentas, no ser-ese mas que una burda imitación de nuestro Sha’Ôidrim. Yo sabía-ete que tu no atacarías-eme, porque tu sabía-ese que no podría-ese haber logrado nada, por eso ambos no hemo-se hecho nada. ¿Qué desea-ese ahora Lekaerihnaia?
- ¿Cómo sabéis...? - Shaedan estaba turbado, como si su mente intentará caminar dos senderos distintos para llegar a una misma conclusión.
- Yo enseñar-ese Sha’Ôidrim al “Shotâ” del Niten-Vihnarât. (“Shotâ”= padre, creador)
El Aêrit se mostró más turbado aun, pero relajó sus facciones, pues entendió que Ikata ya había llegado a la conclusión de por qué él estaba allí...
Unas burlonas carcajadas se alzaron en las cercanías del claro.
- Maestro... No he podido ejecutarla...
La pose de Bâraman, tras caer de espaldas por el impacto dado a la roca, era muy humillante. Miró a su maestro, pero no era él quien reía. Ikata no le estaba prestando atención, pues miraba en dirección a la espesura que bordeaba el claro. Su semblante mostraba tranquilidad e inquietud a la vez, confianza en sí mismo y desconfianza de lo desconocido, alerta y precaución en un solo y estático gesto... Su mirada estaba pétreamente fijada en la espesura de los árboles colindantes.
- Jajajajaja. Es curioso, y divertido a la vez, ver como un Shirva intenta enseñar a un Humano. Puede que los Humanos sean torpes, pero nadie puede negar que por lo menos tropiezan con estilo...
De entre las ramas de los árboles se podían dislumbrar dos dorados destellos... dos ambarinos ojos que veían desde la sombría protección de las ramas de los árboles. Bâraman se incorporó en la medida de lo que su lastimado cuerpo se lo permitía, ejecutando un ligero quejido tras cada uno de sus pausados y paulatinos movimientos. Ahora, sus ojos parecían poder escrutar mejor la espesura forestal, pues Bâraman procuraba que su mente prestara la menor atención posible al dolor de sus huesos. La figura de aquel ser era humanoide vestida similar a los hombres, con gestos similares a los de los hombres, solo que más sutiles... "¿Podría ser un Shirva?" La disparatada idea cruzó la mente de Bâraman rauda como una flecha, pero no, él sabía que aquella forma y voz no correspondían a los de un Sha'Katay, y era muy improbable que realmente hubiera uno, pues Ikata era un tipo de Shirva especial... muy especial... La lógica llegaba por inercia a la conclusión...
- Sal-ete de la espesura, Shai'vanay
Las palabras de Ikata irradiaban una autoridad indiscutible, y una firmeza más sólida que las propias montañas.
- ¡Vaya! Supongo que no puedo ignorar las palabras de un muy honorable y reverenciable Sha'Katay, pues mucho debe mi pueblo a los de tu raza...
Con una agilidad y sutileza extremas, la figura bajó de los árboles sin realizar ruido alguno. Ahora podían ser apreciados con toda majestuosidad sus refinados y finos rasgos Aêrit, suaves y afilados como los riscos nevados.
- ¿Un Aêrit?
La expresión de duda de Bâraman sonaba extraña incluso para el propio Bâraman, sin ni siquiera poder precisar qué había querido decir con ella.
Ikata se adelantó un paso a Bâraman y se dirigió con un defensivo gesto al Aêrit.
- Dinos que desea-se de nosotros, Shai'vanay; e intentaremo-ese satisfacer tu petición en la medida de lo posible. Después, parte sin mas demora.
El Aêrit hizo un fingido gesto de turbación por las tajantes palabras del Shirva.
- Tranquilizaos, mi señor Sha'Katay. No vengo en pos de interrumpir vuestras enseñanzas a aqueste torpe Humano - el Aêrit no pudo reprimir una leve risa al referirse con su mirada a Bâraman, gesto que no le hizo ninguna gracia al ya de sobra humillado aprendiz de Ikata - Solo pasaba por aquí, y decidí que no podía ser muy perjudicial echar un vistazo. Soy un simple Aêrit mensajero... Permitidme que me presente, me llamo Eidan Lig-Aram Mahlâvir Shanaeda, pero podéis y debéis llamarme solo Shaedan, el resto del nombre es una excesiva formalidad...
- Bien, si vos habei acaba-ese ya con vuestra presentación, recomenda-ete yo a vos que permita-etenos continuar nuestras sagradas acciones de enseñanza y aprendizaje.
Ikata se giró en redondo...
La expresión del Aêrit cambió a un rudo gesto y, para cuando Bâraman quiso girar la cabeza hacia donde su maestro se encontraba, observó la figura del Aêrit frente a Ikata. ¿¡¡ Cómo demonios se había podido mover tan rápido!!? ¡¡Su velocidad era cercana al pensamiento!! O eso era al menos la idea que había teñido de alarma su, hasta hace poco, confusa mente.
Ikata no se inmutó, pese a haber presenciado aquel rápido movimiento, o al menos no hizo ningún gesto. ¿Podría ser que Ikata esperara aquello...?
- Shai’vanay - Ikata se mostró ligeramente molesto - Tu dominio del Niten-Vihnarât no impresiona-eme en absoluto, a fin de cuentas, no ser-ese mas que una burda imitación de nuestro Sha’Ôidrim. Yo sabía-ete que tu no atacarías-eme, porque tu sabía-ese que no podría-ese haber logrado nada, por eso ambos no hemo-se hecho nada. ¿Qué desea-ese ahora Lekaerihnaia?
- ¿Cómo sabéis...? - Shaedan estaba turbado, como si su mente intentará caminar dos senderos distintos para llegar a una misma conclusión.
- Yo enseñar-ese Sha’Ôidrim al “Shotâ” del Niten-Vihnarât. (“Shotâ”= padre, creador)
El Aêrit se mostró más turbado aun, pero relajó sus facciones, pues entendió que Ikata ya había llegado a la conclusión de por qué él estaba allí...
FIN DEL CAPITULO I
2 comentarios:
Jarl! Ahora nos quedaremos con las ganas de saber como sigue...
juas juas, pues a joderse, q como ponga lo que queda, ya no os quedará anda apra leer, porque no he escrito mas ^^U
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